La serie de Fallout se ha definido como un drama postapocalíptico, y lo cierto es que es exactamente lo que se espera de una adaptación de la saga de videojuegos: el idílico futuro ampliamente inspirado en la cultura de la posguerra de los años 40 de los Estados Unidos quedó reducido a cenizas tras una guerra nuclear que 2077.
El futuro imaginado por Interplay y Bethesda en los juegos resulta muy singular: los acontecimientos tienen una realidad alternativa que dejó de explorar el uso de transistores tras la segunda guerra mundial y se centró en la tecnología basada en la termoiónica y la física atómica, de modo que la ciencia y la sociedad continuó evolucionando y cubriendo necesidades parecidas a las nuestras, pero a nivel de estética y funcionalidad resulta muy diferente.
Como resultado, se generó una línea del tiempo paralela con robots que funcionan a base de válvulas electrónicas y automóviles propulsados por energía nuclear. ¿Una utopía? No exactamente. Tras agotar las reservas de petróleo y otras vías de recursos energéticos se originó en el año 2052 un período conocido como las Guerras de recursos que derivarán en un intenso conflicto armado a escala global. 25 años después tendrá lugar el apocalipsis